Adoquines en honor de las víctimas del Holocausto
"Un hombre es olvidado solo cuando su nombre se ha olvidado", se lee en el Talmud, uno de los escritos sagrados más importantes del judaísmo. Y contra el olvido trabaja el artista alemán Gunter Demnig desde hace más de 30 años, colocando piedras en las aceras delante de casas en las que víctimas del nazismo tuvieron su última residencia conocida y voluntaria: judíos, gitanos, homosexuales, perseguidos políticos, testigos de Jehová y muertos por eutanasia. Sobre pequeñas placas se inscriben textos con un contenido siempre similar: "Aquí vivió". A continuación se puede leer nombre, año de nacimiento, año y lugar de deportación y la información disponible sobre el destino de la víctima. Estas pequeñas placas rectangulares de latón se han difundido mucho: piedras en más de 1200 ciudades recuerdan la expulsión y el exterminio bajo el régimen nazi - en Alemania y en otros 31 países europeos, como Bélgica, Francia, Croacia, Noruega, Polonia, la República Checa y Hungría. Gunter Demnig ve en este proyecto la "obra de arte descentralizada más grande en el mundo". Entretanto ya son tantos los adoquines que Demnig no los puede producir solo y ha pedido ayuda al escultor de Berlín Michael Friedrich. En 2019 se colocó el Stolperstein número 75.000.